El orgullo de ser Contador Público.



EL ORGULLO DE SER CONTADOR PÚBLICO

Autor. C.P. José Luis Elizondo Cantú

Sitio: decsc.mx

“La vida es como un espejo: lo que le das es lo que recibes”


Me siento orgulloso de ser contador público, por lo siguiente:

Inicié mis estudios de Contador Público sin pasión y sin amor. Luego entendí que no se puede tener amor y pasión por lo que no se conoce.

Cierto día amanecí deprimido porque sentía que no estaba aprendiendo lo suficiente y que engañaba a mis padres y a la sociedad que me patrocinaba. Esa desagradable sensación detonó mi deseo por descubrir y conocer los secretos de esta hermosa y noble profesión.

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Comencé a estudiar todos los libros de Contabilidad que estaban a mi alcance y con avidez leía los libros y enciclopedias de la biblioteca universitaria. Mientras más me interesaba por ella, más me abría sus brazos. Así fue como surgió nuestra idílica relación. Poco a poco la fui conociendo, respetando y amando. Cuando fui correspondido, me sentí pleno. Yo sabía que el amor no sabe contar, no tiene límites y lo perdona todo. Atrás habían quedado mi amargura y frustración.Al finalizar mis estudios supe que ese romance había sido generoso. Me entregó amplios conocimientos no sólo a través de los libros de doctrina, sino también de mis inolvidables compañeros y respetables maestros que por su experiencia y esfuerzo fueron capaces de compartir sus conocimientos con las nuevas generaciones.

Además, entendí que esa abundancia de conocimientos me obligaban a compartirlos con la sociedad que me patrocinó años atrás. Inicié el ejercicio profesional sintiéndome el Quijote, con voluntad y espíritu inquebrantable por servir. En mi oficina, cual señal de perpetua observancia, colgué un cuadro con una frase de R. Tagore que rezaba:

«Dormí y soñé que la vida era alegría.
Desperté y vi que la vida era servicio.
Serví y descubrí que en el servicio
se encuentra la alegría»

Aferrado a ese pensamiento y con la firme intención de brindar un servicio cercano a lo excelso, realicé todas mis tareas con diligencia, pasión y amor. No fue sencillo, pero me resultó más fácil que a los demás porque yo disfrutaba mi trabajo y sentía satisfacción al terminarlo.

Los frutos de esta añeja actividad han sido abundantes. Les comparto los más representativos:

  • Entendí que puedo equivocarme como hombre y como profesional, pero es de sabios corregir.
  • Los fracasos son sólo peldaños para el éxito.
  • Sólo fracasa el que no lo intenta, pero el que lo intenta y no lo logra, evoluciona.
  • Puedo caerme seis veces y levantarme siete.
  • El tiempo y la edad nos regalan experiencia y es nuestro deber compartirla con colegas y noveles.
  • La honestidad y la verdad son los caminos por los que la profesión nos conduce.
  • Ser profesional exige responsabilidad.

El sentido de responsabilidad inicialmente lo compartí con mis hijos. Les escribí una carta que luego se convirtió en un artículo que mis padres conservaron en la sala de su casa. Estaban orgullosos de mí y me siento feliz por no haberlos defraudado.

Hoy, mis hijos guardan en el cajón de su escritorio una copia de esa carta. La consultan de cuando en cuando en su ejercicio profesional e incluso saben algunos párrafos de memoria. Sobretodo aquel que dice:

«No te vanaglories de tus triunfos ni te deprimas por tus fracasos, porque en la vida todo es pasajero nada es definitivo. Hay éxitos que se tornan en fracasos y fracasos que se convierten en éxitos».

Durante el ejercicio profesional he tenido el privilegio de:

  • Ayudar a un sinnúmero de empresarios;
  • Enseñar a mis alumnos a que no caigan en mis errores;
  • Compartir con mis colegas los conocimientos adquiridos;
  • Servir a la profesión de manera institucional, local y regional;
  • Disfrutar con mis seres queridos y con la sociedad los beneficios de mi esfuerzo.

El orgullo de ser Contador Público sólo puede provenir de un ejercicio apasionado y amoroso.
¡Me siento orgulloso de ser un Contador Público!… ¿Y tú?

Por cortesía de:

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Despacho Elizondo Cantú