Contabilidad virreinal -Tributación a partir de castas-
Mediante el análisis de documentos de contabilidad de la Nueva España, historiadores han determinado que hacia los albores del siglo XIX, la mezcla de clases sociales fue escasa.
Contabilidad virreinal
ESTUDIAN MESTIZAJE A PARTIR DE TRIBUTACIÓN DE CASTAS
*** Mediante el análisis de documentos de contabilidad de la Nueva España, historiadores han determinado que hacia los albores del siglo XIX, la mezcla de clases sociales fue escasa
*** En el caso de los indígenas los matrimonios seguían siendo entre sí, mientras que entre españoles y negros se dio el mayor mestizaje
A partir del análisis de documentos de contabilidad de la época virreinal, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) han determinado que hacia los albores del siglo XIX, el proceso de mestizaje en la Nueva España fue escaso, contrario a lo que generalmente se había pensado.
Lo anterior se ha precisado de acuerdo con lo que consignaron los contadores novohispanos de aquellos tiempos en los Estados Generales de Tributos, de 1805 y 1810, donde además de las contribuciones de la población, se establecía a qué clase pertenecían y si estaban casados con alguien de su misma casta u otra distinta.
La doctora Martha Terán, de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH, quien lleva tres años estudiando este tema y realiza la paleografía de dicho documento, indicó que en la contabilidad virreinal había dos columnas: “casados con sus iguales” y “casados con otra casta”, por lo que se puede observar “que la mayoría de los matrimonios seguía siendo entre el mismo grupo social, es decir, indios entre sí, de manera que era poco el mestizaje”.
La información estadística, dijo, indica que el mayor mestizaje se estaba dando entre los “vasallos libres”, que eran los españoles, peninsulares y criollos, con los negros y mulatos libres (que no eran esclavos), así como los indios que “escapaban” de las matrículas por ser descendientes de nobles, como fue el caso de las provincias de Tlaxcala (extensible a todos los hijos) y de Mérida (sólo los hijos mayores).
Al participar en el ciclo de conferencias Historia digital y bases de datos, en la DEH, con la ponencia Los tributos tardíos de la Nueva España, la investigadora señaló que “los estudios estadísticos nos permiten comprender el comportamiento de la clase trabajadora, es decir, de los vasallos tributarios, cerca de tres millones 250 mil individuos”, que representan la mitad de la población de Nueva España, calculada en más de seis millones de habitantes.
La información de los Estados generales de 1805 y 1810 “es sumamente valiosa, porque permite entender también aspectos como el poco mestizaje dentro de la clase tributaria”, situación que respondía también a la poca movilidad social para ese momento.
Terán detalló que en los documentos se incluyen columnas que los matriculadores usaron para designar a los “indios reservados o de comunidad” (que permanecían en sus pueblos de origen) y “vagos o laboríos”; que era los indígenas que salían a trabajar a otra provincia o simplemente huían para no pagar tributo (vagos).
“A partir de estos datos podemos inferir que casi todos los indios estaban radicando en sus pueblos o que salían, pero seguían manteniendo sus compromisos con el sector tributario al que pertenecían, en comparación con la muy baja proporción de los vagos y laboríos”.
La historiadora dijo que el estudio deja a la vista el proyecto homogenizador de las Reformas Borbónicas (mediados del siglo XVIII); puesto que en los siglos XVI y XVII fue “la época del contentillo”, donde había habitantes exentos de todo tipo y también privilegios “de sangre o de nobleza”; pero ya para el XVIII los fiscalizadores borbónicos se impusieron la gran tarea de modernizar el complejo y pesado ramo de la recaudación tributaria.
La tributación borbónica, comentó, fue muy dura y pesada, sobre todo entre 1800 y 1810 porque los contadores estaban tratando de lograr que tributaran más individuos, en particular los negros y mulatos que tradicionalmente estaban exentos por pertenecer a los trabajadores domésticos, porque habían contraído matrimonio con un blanco o bien por haber sido “liberados” por sus amos. También estaba exenta la minería.
La doctora Terán explicó que el mapa tributario de la Nueva España, en la época borbónica, se componía de doce provincias: México, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Mérida, Guanajuato, Zacatecas, Oaxaca, Arizpe, Valladolid, Potosí y Durango. De éstas, dijo, once tributaban a excepción de Durango, “porque resultaba más oneroso realizar la cobranza del tributo que lo cobrado debido a la distancia y a la escasa población”.
Las once provincias se dividían en 206 “partidos tributarios”, para 1805, y en 198, para 1810. Los tributos –explicó Terán– se cobraban de acuerdo con los “compromisos tributarios”, adquiridos por cada uno de los partidos y diferían notablemente unos de otros. Además de los pesos y los reales, también algunos partidos solían pagar sus “tributos en especie”, los cuales eran vendidos y anexados a la “caxa” (caja) en metálico.
Programa interactivo de tributos
Como parte de su investigación, la historiadora Martha Terán, indicó que con el apoyo del especialista Vicente Mercado Almeida, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, se diseñó un programa con los datos estadísticos de los documentos novohispanos, que permite hacer búsquedas de cuántos indígenas, mulatos o negros tributaban en cada pueblo.
Además, incluye mapas ilustrativos, iluminados en distintos colores de acuerdo al volumen de tributación o de población, estadísticas en barras, gráficas y también en columnas, que pueden ser descargadas en hojas de Excel. El formato que se utilizó para este programa es SQLite.
“Realiza búsquedas con ‘criterios actuales’, que no eran del interés de los contadores novohispanos, como cuántos de los tributarios eran hombres o mujeres, o el número total de individuos. Nosotros les prestamos todos los instrumentos actuales a los contadores de hace 200 años, con la intención de trasladar sus datos a la actualidad y hacer cruces de información, pero respetando sus convenciones, su ortografía y su forma antigua de contar”, concluyó Terán.
Fuente: INAH