Costos intangibles en la toma de decisiones.
Costos intangibles en la toma de decisiones
Autor:
CPC, M.I., Drte. C.F. César Aurelio Ceballos Peña.
Comisión de Contabilidad Administrativa y Costos
Fuente: Boletín Técnico Colegio de Contadores Públicos de Guadalajara IMCP
[kkstarratings]➡ Asiste a los talleres y seminarios organizados por el CCP de Guadalajara
La determinación del costo de lo vendido data sin duda desde al menos hace 5000 años cuando los sumerios inventaron la escritura y ésta se limitaba a describir hechos y cifras en tablillas de arcilla, como la procedente de la ciudad de Uruk que registraba medidas de cebada a lo largo de determinado tiempo y recibidas por “Kushim”. siendo el primer nombre registrado en la historia y que pertenece a un contable (Harari, 2014).
Desde entonces su evolución para su cálculo y determinación se ha basado exclusivamente en los materiales e insumos incurridos que tienen dos características principales: son tangibles y son relativamente fácil asignarles un valor monetario. Sin embargo, en los últimos 15 años con la llegada del Internet los bienes tangibles y la facilidad de determinar el valor monetario se han visto muy subjetivos. Las nuevas y millonarias empresas basan su valor en cuestiones intangibles, por ejemplo, empresas como UBER, Netflix, Instagram, Facebook y otras empresas tecnológicas crean valor sin tener los activos y sin los insumos tradicionales.
En el caso de Uber se ha convertido en uno de los principales proveedores del transporte y los vehículos con la que presta el servicio no son de su propiedad, en los demás casos prestan su servicio de manera digital sin incurrir en los costos tradicionales de empaquetado, materia prima, distribución y mano de obra. Su costo se ha reducido a la mínima expresión en forma de un bien intangible: el capital intelectual. Si bien se pueden patentar este conocimiento “del saber cómo” (KnowHow).
Microsoft Corporation también, con un modelo de ventas de licenciamiento anual, ha abatido sus costos de distribución, empaquetado, tiempo de grabado de discos compacto con el software, costos derivados del control de inventario, renta de anaqueles para dejarlo prácticamente en cero, cobrando únicamente el capital humano intelectual, luego entonces intangible.
El modo de hacer negocios en los últimos 25 años cambió drásticamente, los medios masivos sucumbieron a los medios digitales debido a que estos últimos tenían mucho menor costo. Si la economía ha cambiado tanto desde entonces, ¿Por qué se sigue considerando el costeo tradicional para determinar la situación financiera de las empresas?
La llamada contabilidad administrativa ha tratado de valuar de una mejor manera los costos incurridos incorporando algunos elementos intangibles que la tradicional no considera, por ejemplo: el costo de oportunidad y el tiempo.
El elemento intangible llamado tiempo que, por su escasez e irrecuperabilidad, es muy valioso, trata de ser considerado y valorado con sistemas como el “justo a tiempo” (Just in Time, o “JIT” por sus siglas en inglés) cuyo objetivo es procurar el máximo aprovechamiento del tiempo al eliminar el inventario y actividades e inversiones innecesarias eficiente ando así espacios de trabajo, riesgos de materia prima o inversión improductiva, y re dirigiendo los recursos a opciones más rentables (costos de oportunidad).
Otro sistema llamado costos basados en actividades (Activity Based Costs, o “ABC” por sus siglas en inglés) entre otras características busca valuar diversas variables hipotéticas para aprovechar el costo de oportunidad, así como incorporar al costo de la unidad producida las actividades de otras arias que tradicionalmente no se asociaban al costo de producción.
Los dos sistemas anteriores, por mencionar algunos, son sólo dos ejemplos de sistemas alternativos que buscan sustentar un comportamiento humano: la toma de decisión. Sin embargo, se ha descubierto recientemente que, contrario a lo que hace 25 años se pensaba, la toma de decisiones no es racional en la gran mayoría de los casos. Asida demuestra la llamada “economía del comportamiento”
En el año 2002 gana por primera vez el premio Nobel de economía, ¡un psicólogo! Daniel Kahneman, quien recibió esta distinción por sus aportes a la economía al haber sido uno de los pioneros en establecer la relación entre la toma de decisiones en entornos de incertidumbre en materia económica y los procesos mentales y psicológicos para la toma de decisiones.
¿Será tiempo ya que la economía y sus ramas y disciplinas derivadas comiencen a dar un registro de aquellos costos intangibles, no valorados en materia monetaria y que tienen un costo por la toma de decisiones?
Por ejemplo, toda decisión incurre en un costo:
El simple hecho de colocar y organizar la comida en cierto orden disminuye los costos relativos y la ingesta de alimentos hasta en un 25% (Sunstein & Thaler, 2017), según se comprobó con experimentos realizados en algunos colegios de la unión americana, y el resultado del experimento se tomó en cuenta la forma que influye el orden y presentación de los alimentos en las decisiones de los niños influyendo en sus decisiones. en este experimento se identificaron cinco escenarios:
- Si se colocaba la comida de tal forma que se indujera a que los niños aumentaran el consumo de alimentos sanos y disminuir el de los no saludables, provocando con esta de decisión un cambio en la conducta de los estudiantes.
- Si se toma una decisión neutral y colocar los alimentos al azar, de ese modo, los días en que la colocación de alimentos chatarra sean consumidos con mayor probabilidad a la suerte de los estudiantes
- Pretender colocar los alimentos para inducir el consumo de lo que probablemente los niños tomarían por su voluntad
- Hacer sumamente rentable la venta de alimentos de los proveedores que ofrezcan mayores ventajas económicas para el colegio independientemente de que sean saludables uno. O que el proveedor ofrezca algún tipo de incentivo para el que toma la decisión.
- Simplemente buscar el mayor beneficio.
La opción número uno se podría interpretar de paternalista y de influir o manipular la conducta de los niños y probablemente sacrificando la utilidad del colegio al optar por una toma de decisiones que incurra en menores beneficios, y luego entonces mayores costos la opción número dos dejaría sin control las utilidades del colegio al variar, según el acomodo, los ingresos, costos y utilidades del colegio, de igual manera sería al azar la salud de los niños.
La tercera opción sería neutra en términos mínimos teóricos ya que en la práctica los niños eligen dependiendo el orden que se colocan los alimentos, por lo que ¿qué es lo que los niños tomarían por su voluntad realmente?
La cuarta opción sería la toma de decisiones que tomaría una persona corrupta quien incluso pudiera anteponer sus intereses personales sobre el colegio y sobre los niños.
La quinta opción tiene un costo moral en quien toma la decisión y en salud para los niños, ya que será cuestionable intentar maximizar los beneficios a pesar de que sea a cambio de la salud de los niños.
Conclusión.
En el ejemplo anterior nos limitaría ambos a reconocer los registros contables únicamente por la utilidad que para el colegio representa la venta de alimentos, es decir la quinta opción. Aún, considerando cualquiera de las otras opciones la normatividad zona nos obligará a reconocer como ingreso la cantidad obtenida por la venta de alimentos y un cómodo costo de lo vendido, la cantidad que se desembolsó o incurrió para que dichos alimentos sean puestos en condiciones de ser vendidos.
¿Acaso la salud de los niños puestos al cuidado de esa titulación educativa no debe de significar un costo para la misma? ¿Sólo en una demanda por daños y perjuicios por parte de algún alumno en contra de la institución, y que tenga altas posibilidades de ganar, procederá registrarlo costo? Y si merma la salud del niño en algún grado extremo y fallece ¿se debería de tomar en cuenta los ingresos que ese alumno pudo haber aportado a la institución y que por evidentes razones no lo podrá hacer (costo de oportunidad)?
Para algunos lectores estos cuestionamientos pudiesen parecer extremos, sin embargo, las últimas reformas a la ley Federal del trabajo ya consideran como enfermedades de trabajo algunas psicosomáticas como el estrés, el síndrome del trabajador quemado (“burnout”) y la muerte por exceso de trabajo (“karoshi”) haciendo responsable de estas enfermedades intangibles a las empresas, o al seguro social en su caso, pero de esto se hablará en otro artículo.
Estos costos intangibles que no representan un desembolso monetario inmediato deberían de ser registrados en los costos de las compañías o por lo menos provisionados atendiendo al costo causado en a terceros o a las probabilidades de que pueda ser incurrido por la entidad, en una situación parecida a la norma de información financiera D-3 “beneficios a los empleados”