El mundo sin contadores públicos.



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Autor: C.P. José Luis Elizondo Cantú

Sitio web del autor: decsc.mx

Luis Martínez – Contador Público de profesión- se sentía deprimido porque su patrón le negó un aumento de sueldo bajo el argumento de que su función era un mal necesario puesto que no se concretaba en nada.

«Mira Luis, hasta el trabajo de un albañil, al poner ladrillo sobre ladrillo se materializa. Pero de lo tuyo, ¿qué me puedes decir?»

Luis no supo que responder y se retiró desilusionado a su escritorio.

"Image courtesy of imagerymajestic / FreeDigitalPhotos.net".

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En su casa y aún alicaído, Luis se recostó e inmediatamente se quedó dormido. Comenzó a soñar. Dios, al ver que la humanidad no reconocía la labor de los Contadores Públicos decidió castigarla llevándoselos al cielo.

Las consecuencias no se hicieron esperar. Hubo un caos social porque no había quien calculara impuestos y por esa razón nadie los pagaba. El Estado resintió la falta de flujo de efectivo y se vio impedido de llevar a cabo sus actividades porque no había recursos económicos para pagarlas, se careció de servicios y seguridad públicos, dejaron de otorgarse subsidios y apoyos económicos, se suspendieron obras de infraestructura, los profesores abandonaron los salones de clases. La bolsa de valores sufrió un desplome porque dejó de actualizarse el valor de las acciones en circulación. No había labores de fiscalización para los contribuyentes ni para las cuentas públicas. En pocas palabras, se agravó la situación financiera de las autoridades.

Los particulares, además de ya no recibir los servicios prestados por el Estado, tampoco podían tomar decisiones en sus empresas al carecer de información financiera y contable oportuna. La economía sufrió un trastorno en sus canales de producción, distribución y consumo pues ya no había quien cuantificara costos y definiera precios iniciales, interpretara los estados financieros, validara la viabilidad de créditos y de proyectos de inversión. Los sistemas de control interno de las empresas exhibían fallos constantes, originaron mermas y deficiencias, pérdidas y cierres.

La humanidad al reconocer cuán injusta había sido con los Contadores Públicos y minusvalorar su función, empezó a orar y a rogar a Dios para que los enviara de vuelta a la Tierra. Dios se compadeció de ella y concedió la petición. Previo a su regreso, los reunió a todos y les dijo:

«Id pues a la Tierra. La humanidad ya les reconoció su función. Vayan en paz.»

Los Contadores Públicos comenzaban a dispersarse cuando Dios, con su voz de trueno, nuevamente les habló:

« ¡Esperen! Casi olvidaba decirles: La sociedad ya les reconoció su función, ahora sólo falta que ustedes reconozcan a su profesión. Pueden ir en paz.»

Luis Martínez despertó de su sueño y dijo para sí:

¡No puedo concebir el mundo actual sin Contadores Públicos!

Por cortesía de:

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Despacho Elizondo Cantú



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