Estudiantes universitarios. La educación y el bienestar financiero en




La educación y el bienestar financiero

en estudiantes universitarios.

Coautores:


Introducción

La educación financiera tiene cada vez mayor relevancia en la población a consecuencia de las incertidumbres que afectan al desarrollo económico y financiero del país. Siendo importante para los jóvenes tener una buena educación financiera desde temprana edad, contribuyendo así a una adecuada administración de sus recursos financieros y por consecuencia lograr un bienestar financiero, que se refleje en una mejora de su vida en el plano personal, profesional y social.

La desinformación en los jóvenes conlleva a no comprender el funcionamiento, costo-beneficio y riesgo de los servicios y productos financieros disponibles, para evitar estos sucesos se debe poner en marcha la educación financiera dentro de la sociedad y así poder tomar mejores decisiones con respecto a las finanzas y de igual manera, mejorar el nivel de calidad de vida y el acceso a diversas opciones en cuestión financiera (Torres-Rosas et al., 2023).

Según Amezcua, Arroyo y Espinosa (2014), los bajos niveles de cultura financiera que tiene la población mexicana se deben en gran parte a la falta de educación financiera, esto se refleja principalmente en el escaso o nulo uso de productos y servicios financieros, en malos hábitos al momento de adquirirlos, en el desconocimiento de sus derechos y obligaciones, así como en la falta de planeación financiera, lo que impacta negativamente en su bienestar y calidad de vida, al mismo tiempo que no coadyuva a que las instituciones financieras alcancen los niveles de competitividad requeridos y que se impulse el desarrollo económico del país.



Con base en lo anterior se vuelve un tema importante el que los estudiantes universitarios, en particular de las licenciaturas relacionadas con los negocios, cuenten con una adecuada educación financiera. En este sentido González (2020), señala que el conocimiento financiero de los jóvenes es de suma importancia en el ámbito académico, tomando en consideración la evidencia que existe sobre la escasa administración o manejo de principios básicos de las finanzas personales, tales como la administración del gasto, ahorro, el uso del crédito y manejo del pago de intereses, entre otros.

Esta falta de conocimiento se refleja en las bajas tasas de ahorro, alto uso del crédito y sobrendeudamientos, de ahí la importancia de que los estudiantes universitarios principalmente aquellos que se encuentran próximos a su egreso cuenten con una preparación educativa financiera que los ayude a tomar decisiones correctas en estos temas, en virtud de que en ocasiones se pierde el control de los compromisos financieros y esto no solo tiene una afectación personal si no que repercute a otras personas.

Asimismo, Anaya (2015), refiere que la habilidad para gestionar las finanzas personales está incrementándose hoy en día en el mundo y que la gente debe planear a largo plazo inversiones para su retiro, la educación de los hijos y los seguros de vida.

En consecuencia, las personas deben aprender a desarrollar una serie de habilidades financieras que faciliten la toma de decisiones económicas que incrementen el capital humano y financiero. De acuerdo con la OCDE (2005) la educación financiera es el proceso mediante el cual los individuos adquieren una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros y desarrollan las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades financieras, y mejorar su bienestar.

En tanto Bansefi (2019), la define como el proceso de desarrollo de habilidades y actitudes que, mediante la asimilación de información comprensible y herramientas básicas de administración de recursos y planeación, permiten a los individuos:

a) tomar decisiones personales y sociales de carácter económico en su vida cotidiana, y

b) utilizar productos y servicios financieros para mejorar su calidad de vida bajo condiciones de certeza.

Ambas definiciones coinciden en el desarrollo de conocimientos y habilidades necesarias para una mejor toma de decisiones en el ámbito financiero.

Ante la importancia de este tema los mismos gobiernos han implementado políticas y estrategias encaminadas a impulsar la educación, la cultura y la inclusión financiera, lo cual no solo beneficia a los individuos, sino que también desempeñan un papel crucial en el desarrollo económico y la estabilidad financiera de un país, al reducir la vulnerabilidad financiera y fomentar la inversión y el ahorro.

Siendo necesario fortalecer la educación financiera en México y promover una cultura financiera más robusta en toda la sociedad, surgiendo de esta manera la Estrategia Nacional de Educación Financiera (ENEF), definida por la CONDUSEF (2020) como un “conjunto de acciones necesarias para que la población adquiera aptitudes, habilidades y conocimientos que le permitan administrar y planear sus finanzas personales, así como usar de manera óptima los productos y servicios que ofrece el sistema financiero en beneficio de sus intereses personales, familiares, laborales, profesionales, y de su negocio”.

Sus objetivos se centran en fomentar decisiones financieras informadas, promover prácticas de ahorro e inversión responsables, mitigar el endeudamiento excesivo y salvaguardar los derechos y el bienestar financiero de los ciudadanos.

Los problemas de salud y de finanzas personales afectan a gran diversidad de hogares. La falta de un comportamiento adecuado en la administración de las finanzas produce, entre otras consecuencias, una gran ansiedad o estrés. La gente con falta de educación financiera comete más errores, y mientras más errores financieros se cometan, mayor es la cantidad de dinero que se pierde. Además de las grandes pérdidas financieras, las personas experimentan el costo emocional de no sentir control en sus finanzas (Duarte, Rosado y Basulto, 2014).

Un estudio realizado por Carrillo, Córdova y Sandoval (2023), para analizar la relación entre la inclusión financiera, la educación financiera y el bienestar de las personas en el ámbito de las finanzas, se encontró que la educación financiera ejerce un impacto directo, positivo y altamente significativo en la elaboración de la planeación financiera cotidiana de las personas.

Este último aspecto, a su vez, se posiciona como un factor de influencia directa, con un efecto positivo y altamente significativo en la percepción del bienestar financiero de las personas.

Estos resultados señalan que si bien la educación financiera no es por sí sola un factor que impacte de manera directa en el bienestar financiero de una persona, sí tiene un impacto directo al encauzar sus acciones de manera que adopte hábitos positivos para la gestión de sus recursos financieros, tales como la planeación financiera, mismos que terminan impactando de manera directa en su bienestar financiero.

Análisis de Resultados

Para conocer la percepción de la educación y el bienestar financiero en los jóvenes universitarios, se aplicó una encuesta a 746 estudiantes de diferentes programas educativos de las áreas económico administrativas que cursan el último semestre de sus estudios. Siendo el 56.3% mujeres y 43.7% hombres. El 60.7% se encuentra trabajando y estudiando y 39.3% no labora actualmente.

Se cuestionó acerca de la importancia del ahorro y la finalidad del mismo, el 94.30% mencionó que lo hacen para alcanzar sus metas y estar prevenidos. Respecto al conocimiento para calcular su capacidad de pago, el 62.30% de los encuestados afirma que, sí sabe cómo calcularlo.

Además, se les preguntó si en este momento tuvieran que disponer de este ahorro en qué lo utilizarían, el 52.80% mencionó que, para hacer frente a gastos inesperados, el 38.70% comentó que para comprar un bien de consumo duradero y el 5.70% para salir con amigos.

Respecto al uso de tarjetas de crédito el 71.70% afirmaron que cuentan con una tarjeta de crédito, el resto señaló que no lo han solicitado o bien no se les ha autorizado su solicitud, ya que no califican para un crédito, por lo que la respuesta afirmativa obtenida es sorprendente, lo cual quiere decir que muchos de ellos están generando historial crediticio, sin embargo, es de gran importancia el saber utilizarla adecuadamente.

En relación con el criterio del monto máximo a destinar para el pago de una tarjeta de crédito, el 41.50% afirmó que no más del 10% del dinero que perciben, el 30.20% que no más del 40% de su ingreso neto, el 17% refirió que todo lo necesita para pagar sus deudas.

En este mismo sentido se preguntó, el cómo se debería manejar adecuadamente una tarjeta de crédito, donde 74.5% de los encuestados respondió que se debe pagar a tiempo y no exceder la fecha límite del pago que los bancos fijan, para evitar el incremento de intereses, y sobre todo que el historial creditico se vea perjudicado, y de esa manera tener más oportunidades de obtención de créditos para sus necesidades o emergencias. En tanto, el 25.5% respondió el no exceder de la línea de crédito que los bancos permiten, era lo correcto.

En este mismo tema, el 92.50% mencionó que endeudarse es malo, si sobrepasa la capacidad de pago que disponen para ello, el 4.70% señaló que endeudarse es a veces necesario para sentirse vivo, mientras que el 2.80% manifestó que es malo, pero que aun así han enfrentado muchas deudas y acontecimientos que los hacen experimentar situaciones de estrés afectando con ello su salud.

En cuanto al conocimiento de la utilidad de un presupuesto, el 86.80% comentó que sirve para organizar los gastos con el fin de tener un control y prever cualquier eventualidad, el 10.40% que sirve para limitarse en lo que compran, mientras que el 2.80% señaló que es útil para gastar mejor.

Al respecto Garay (2015), reafirma la necesidad de que todas las personas deben aprender a administrar su dinero y realizar sus presupuestos, como parte fundamental de su vida. Con relación a gastar más de lo que su presupuesto les permite, el 68.2% refirió que no lo hace, sin embargo, el 31.8% sí se excede en sus gastos presupuestados, situación que puede provocar estrés y afectar su salud derivado de esta mala práctica.

Otras de las preguntas fueron sobre si conocen cuál es la diferencia entre ahorro e inversión, en donde el 94.30% afirma que sí sabe la diferencia. Así como, sí saben calcular los intereses de sus ahorros, para lo cual se les planteó un problema de cálculo y la mayoría que representa el 64.10% contestó correctamente.

En relación a cuál es su principal preocupación financiera 37.4% señaló que es el gasto diario, 14.3% el retiro, 14.1% las deudas, 13.7% los dependientes económicos, el resto mencionaron otros conceptos, como el de gastos médicos para el retiro.

Aun cuando el tema del retiro lo señalan como una preocupación, la mayoría no ahorra para esa etapa de su vida representando al 67% de los encuestados, 26.5% sí ahorran, pero no llevan un control o seguimiento de este, solo el 6.5% sí ahorra y tiene conocimiento de la cantidad que tienen ahorrada.

En cuanto a si existe un impacto del estrés derivado de situaciones financieras en el desarrollo de sus actividades diarias, la mayoría que fue del 63.7% considera que, sí tiene algo de impacto, 23.2% señaló que sí impacta mucho y el 13.1% dice que no le afecta.

Esto coincide con Mejía (2017) quien menciona que la administración o capacidades financieras tienen una relación positiva significativa en un 72.4% con el bienestar financiero, lo que significa que aquellos trabajadores que tienen más conocimiento financiero, mejor actitud y mejor comportamiento del manejo de las finanzas personales tienen un mayor bienestar financiero, en tanto a menor bienestar financiero, el estrés financiero de los empleados se incrementa.

Conclusión

La educación financiera tiene un impacto directo al encauzar acciones relacionadas con adoptar hábitos positivos como el llevar a cabo una planeación financiera, lo cual impacta de manera directa en el bienestar financiero. Las preguntas empleadas en el instrumento para medir el nivel de educación financiera de los universitarios fueron contestadas correctamente por la mayoría, lo cual indica que cuentan con los conocimientos básicos en educación financiera, no obstante que deben continuar reforzando sus conocimientos y que esto les permita tomar mejores decisiones financieras, favoreciendo a su bienestar financiero, así como evitar caer en situaciones de estrés derivado de problemas financieros.

Se recomienda una mayor difusión por parte de las instituciones educativas, financieras y de gobierno, para que lleguen a un mayor número de personas las herramientas educativas que se enmarcan en la ENEF, como son los talleres presenciales, cursos en línea, publicaciones informativas, campañas de sensibilización y eventos educativos.

Implementando este tipo de prácticas desde los niveles básicos de educación para lograr crear una cultura financiera que les genere beneficios a las personas en su vida futura.


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