Efectos fiscales de la fluctuación cambiaria. El tipo de cambio se ha vuelto una preocupación mayor, tras las elecciones recientes y las comunicaciones sobre algunas decisiones legislativas, especialmente la reforma propuesta para el Poder Judicial.





Efectos fiscales de la fluctuación cambiaria

L.C.P. y PCFI Rolando Silva Briceño

Vicepresidente de Fiscal del IMCP


El tipo de cambio se ha vuelto una preocupación mayor, tras las elecciones recientes y las comunicaciones sobre algunas decisiones legislativas, especialmente la reforma propuesta para el Poder Judicial.

El peso mexicano, que solíamos considerar como “el súper peso” y un indicador de economía saludable, tuvo una caída importante y se acercó a los 19 pesos por dólar en varios días, lo cual parece peor de lo que es debido a que había llegado a casi 16 pesos antes de las elecciones, aunque muchos analistas creían que ese precio era demasiado alto y que el dólar terminaría el año a 18 pesos.

Desde un punto de vista técnico, el efecto fiscal se produce principalmente por una variación en el tipo de cambio, que afecta a nuestros activos y pasivos en moneda extranjera. Si tenemos obligaciones o cuentas por pagar en dólares, nuestros pasivos aumentan o disminuyen con el indicador, y esto genera una ganancia o una pérdida que también debe ser incluida en el cálculo del Impuesto Sobre la Renta.

Lo mismo ocurre con los inventarios que poseamos y con los precios a los que vendemos o compramos insumos cotizados en dólares. Además de los efectos fiscales inmediatos, veremos efectos en la capacidad de compra de quienes reciben remesas.

Estas personas han sufrido una pérdida del poder adquisitivo de casi 20% por la revaluación de la moneda y probablemente, si sigue bajando, notarán el aumento en la demanda de productos y servicios de consumo inmediato, que finalmente ayuda a dinamizar economías locales en un primer escenario.

La industria turística también podría beneficiarse de ser un destino más económico, aunque este efecto podría quedar ensombrecido por cuestiones de seguridad pública. A su vez, quienes se dedican a exportar deberían notar un alivio en la tensión que por el valor del peso situado en los niveles de hace unos días afectaba su competitividad, dado que, eso aumenta el precio del producto para sus compradores.

Una tendencia alcista que se prolongue por varios meses podría implicar un aumento en los precios de los insumos, en el pago de obligaciones comerciales; en general, en los egresos necesarios para el funcionamiento de un negocio que se realizan en dólares, lo cual presionaría el aumento en los precios de muchos productos y servicios esenciales para la población, ocasionando una espiral inflacionaria, en la que sería imposible mantener altas tasas de interés (que resulta en uno de los principales soportes de un tipo de cambio favorable) y podríamos enfrentarnos a una depreciación acelerada de la que no hace falta mencionar los efectos.

En conclusión, no podemos considerar una devaluación sin tener en cuenta los cambios en el tipo de cambio de los últimos años y las ganancias acumuladas.

Tipos de cambio cercanos a los 18 pesos por dólar, con sus variaciones normales, no son una señal de alarma e incluso antes de la elección era el número que desde muchas fuentes se estimaba para terminar el año.

Hay factores como los resultados periódicos de nuestro vecino del norte que influyen mucho en el destino de nuestra moneda. Nos toca mantener la confianza de los inversionistas durante la transición, la continuidad en las políticas públicas relacionadas y comunicación responsable de los planes y decisiones vinculadas a la estabilidad del país, no solo desde el gobierno.

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