Rompiendo paradigmas. ¿En realidad eres una persona libre?
Rompiendo paradigmas
Autor: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
Blog del autor: mariorizo.com
Firma Salles Sainz Grant Thornton
Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó:
– En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?
El señor calmadamente respondió:
– Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo.
El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó: – Busque la vaquita, llévela al precipicio de allí enfrente y empújela al barranco.
El joven espantado vio al maestro y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir.
Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
Un día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con carro en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático, el joven preguntó por la familia que vivía allí hace unos cuatro años, el señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaquita):
-¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?
El señor entusiasmado le respondió:
– Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora.
En fábula del inicio, podemos comparar la vaca con la empresa familiar, la cual durante muchos años nos ha proporcionado los elementos básicos para la supervivencia, y nos ha hecho dependientes, y nuestra vida se reduce a lo que la empresa familiar nos proporciona, convirtiéndonos así los prisioneros de la empresa familiar.
Como lo señala Imanol Belausteguigoitia en su libro Empresas Familiares de Mc Graw Hill, la empresa familiar es, en sentido, una prisión en la que se puede encontrar un gran número y tipos de prisioneros. En uno de sus múltiples casos didácticos, el IPADE toca el tema de los prisioneros en forma magistral, estableciendo que es posible afirmar que existen más prisioneros en las empresas familiares que en las cárceles. Según el diccionario un prisionero es aquella persona o militar que cae en poder del enemigo durante una campaña; también es el cautivo de un afecto o pasión, o el que no tiene libertad para moverse y que está recluido en un sitio determinado.
Siguiendo estas definiciones se puede inferir que, en efecto, hay muchos prisioneros de diferentes clases en estas empresas (aunque también los podemos encontrar en otro tipo de organizaciones).
Sin embargo, existen diferentes tipos de prisioneros que a continuación te presento:
1. Prisioneros de la comodidad. «La iniciativa escasea. Y por esta razón es tan valiosa» Seth Godin
Quizá estos prisioneros sean los más comunes. Son las personas que han tenido al alcance de la mano la fuente de trabajo que le proporcionaba a la misma familia y nunca se plantearon laborar en otra parte. No se arriesgaron ni siquiera a imaginar otro estilo de vida y son prisioneros de lo que sus mayores decidieron para ellos. Hay que tener presente que: nadie más que uno mismo puede liberarse de su prisión, especialmente si es carácter, psicológico, laboral o económico.
2. Prisioneros de la incapacidad. «La única diferencia entre la gente que logra el éxito y la que no, es una extraordinaria determinación» Mary Kay Ash
Son las personas que tenían muy claro que serían directores de la empresa de sus padres y nunca vieron la necesidad de esforzarse para incrementar sus habilidades. Después de todo, se preguntan, ¿para qué terminar una carrera o estudiar un posgrado si todo esto será mío de todos modos? Esa falta de capacidad los ha limitado a trabajar únicamente en una empresa, la de su familia. Nadie los contrataría para ocupar un puesto similar en otra compañía.
- Los colaboradores prisioneros. “Lo contrario de la valentía no es cobardía, sino conformidad.” Dr. Robert Anthony
Si no han recibido capacitación ni se les ha exigido lo suficiente, a la vuelta de los años se descubrirá que no han desarrollado su verdadero potencial y, por lo mismo, que no pueden tener cabida en otras empresas.
- Parientes políticos. “No sigas por dónde te lleve el camino. En cambio, ve, donde no hay camino y deja rastro”. – Ralph Waldo Emerson
Un claro ejemplo pueden ser los yernos. Quizá un yerno tenga inquietudes ajenas al negocio de la familia de su mujer, pero es posible que la única manera de garantizarle un nivel de vida al que ella está acostumbrada sea trabajar en la empresa de su suegro. Siendo así una obligación para ellos el quedarse a laborar en la empresa.
- Esposas de los directivos. “Si usted no controla su mente, alguien más lo hará.” – John Allston
Las esposas de los directivos de empresas familiares también pueden ser prisioneras. Probablemente no conocen ni conocerán el negocio de sus maridos, pero ellos deciden la suerte de sus mujeres, incluso después de su muerte.
- Accionistas prisioneros. “Todo progreso es el resultado de las personas que tomaron posiciones impopulares.” – Adlai StevensonExisten los accionistas prisioneros que, por desear conservar parte de la empresa o por no poder vender sus acciones al precio que les satisface, se quedan en ella desperdiciando su tiempo y tolerando o propiciando situaciones bastante desagradables.
Existen muchos más prisioneros que los descritos aquí y, seguramente ya identificaste algunos otros. Sin embargo, lo importante no es solo identificarlos sino liberarlos o bien liberarnos, pues nosotros mismos podríamos ser los prisioneros.
Aquí cabe una pregunta… ¿quién es el carcelero?
Puede ser el líder de la empresa que no ha hecho mucho por propiciar el desarrollo de sus miembros. Podríamos pensar también que cada uno es su propio carcelero si uno no ha tenido la voluntad de abrir su propia celda. Hay que tener presente que la libertad es para el hombre la posibilidad, la capacidad y la responsabilidad de completarse, es decir, de alcanzar su propio destino, por lo tanto es importante que te cuestiones si efectivamente eres una persona libre.
C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas | Socio Director Oficina Guadalajara
Salles, Sainz – Grant Thornton, S.C.
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Excelente lectura!! Gracias por compartirla Contador Mario Rizo promueve a movernos de la Zona de confort en que vivimos.
Saludos!!